Es sabido por todos que de sur a norte pasa por Cáceres una calzada romana que en sus inicios unía Mérida (la capital de Hispania Lusitania) con Astorga. En tiempos de Tiberio, Trajano y Adriano, la calzada se alargó hasta Cádiz, pasando por Sevilla. Más tarde, en las guerras por Al-Ándalus los cristianos empezaron a usar el camino para peregrinar a Santiago de Compostela. Su origen se atribuye a los tartesos, situados en el sur de la península ibérica.

Estamos hablando de: La Vía de la Plata.

Pero, ¿por qué denominar a una calzada romana “Vía de la Plata” si nunca ha sido un camino de circulación del comercio argénteo? No tiene nada que ver con minas ni con metales, este nombre salió de las grandes losas de piedra que emplearon para hacer la calzada, denominadas delapidatas, en latín tardío. Más tardes llegaron los musulmanes y visigodos y llamaron al camino bal`latta y finalmente Al Balat o Al B´lata, haciendo referencia a ese camino empedrado.

No nos puede reflejar mejor la palabra Al Balat, toda la historia de Cáceres, losas recubren el casco histórico, peñascos componen el monumento de los Barruecos, piedras de romanos, lusitanos y vetones; de almohades, árabes y cristianos que siglos atrás contemplaron las mismas piedras que nosotros contemplamos ahora. Todo sumado a que por nuestros alrededores transcurre este sendero, el eje que comunicaba el norte y el sur de la Península.
No es hasta la unificación del cristianismo cuando convirtieron Al B´lata en “De la Plata” por como sonaba fonéticamente. Aunque antes de eso, en tiempos de la reconquista los reyes castello-leoneses la llamaron Calzada de la Quinea.

De ahí el nombre de las viviendas de la calle Granadilla, pues en nuestra tierra se llamó así a este camino durante muchas décadas, prueba de ello es que figura en el Fuero de Plasencia de 1.189 y además tenemos el Puente de Guinea (variante de Quinea) en Galisteo, Cáceres. Ya al norte nos encontramos con una «Senda de Quinea» entre Astorga y Carrión y una aldea llamada «Guinea» en Álava.